La desesperación de no tener empleo tiene muchas consecuencias económicas, pero también personales. Según la investigadora social de Cruz Roja Susana Guede la falta de trabajo puede provocar un descuido de la imagen y la higiene personal, poca ilusión y poca vida social. Además pueden experimentar sentimientos de rabia y frustración y perder la confianza en uno mismo, en los demás y en la sociedad. Se puede llegar, incluso, a enfermar. No llegar a fin de mes es la mayor fuente de conflictos.