Seis años han pasado desde que Carmen fuese rociada con lejía industrial por su exmarido. Un coma inducido y más de 50 cirugías consiguieron lo más difícil: que siguiera con vida. Sin embargo las quemaduras en el 80% de su cara dejaron cicatrices irreparables; los niños se aterrorizaban al verla, los reportajes de televisión alertaban sobre la dureza de su rostro. Cuatro años viviendo esa dura realidad hasta que llegó la proposición de un transplante. En un hospital de Boston comenzó la nueva vida de Carmen. Fue difícil. Su sistema inmunológico, rebosante de medicamentos para las anteriores intervenciones, rechazó al principio los tejidos implantados. En una dura y larga batalla los avances médicos y la fortaleza de esta antigua enfermera consiguieron finalmente hacer el resto....Como ella dice, poner fin con este maravilloso regalo a un capítulo de su vida.... Eso y el amor porque Carmen, a sus 44