Es un adiós a la publicidad convencional. A la imagen estática e imperturbable en la calle. Ahora la marquesina de una parada de autobús se convierte en una pantalla de televisión, que se deja tocar y que puede elegir por nosotros. Su inteligencia artificial la hace capaz de separar a un hombre de una mujer y emitir sólo para ellas un anuncio concreto de una ONG que denuncia las desigualdades entre sexos en algunos países.