Con pelo liso, sin gafas y vestida de blanco Ana Julia Quezada ha llegado a la Audiencia de Almería. En sus primeros minutos dentro de la sala ha prestado atención a las palabras de sus abogados. Una mujer esposada a una aparente calma que pronto ha empezado a liberar lágrimas. Nada más comenzar la sesión ha tomado aire y han arrancado sus constantes sollozos. Gesto compungido que ha mantenido durante toda la mañana, negando con la cabeza los argumentos de la fiscal que aludía a la indefensión del pequeño Gabriel.