Josefa convivió con Bernardo en la casa que alquiló Laura, antes propiedad de los Montoya. Él dice que ella sufrió un ataque de celos al verle hablando con la joven. El relato encaja con el rastro de la sangre hallado en la vivienda, a pesar de haber sido fregada con lejía. Bernardo dice que Josefa le dio un golpe en la cara con un palo de escoba y que Laura cayó al suelo y sangró. La maniató porque gritaba, pero "se presentó Josefa con un martillo que guardaba en una caja de herramientas, y le golpeó”.