Doce horas ha tardado Bernardo Montoya, el principal sospechoso del asesinato de Laura Luelmo, en confesar los hechos. Este es el momento en que los agentes le trasladan desde la comandancia a El Campillo para reconstruir los hechos. Montoya ha confesado que engañó a Laura para llevarla a un callejón solitario del pueblo. Allí la golpeó, le ató las manos y la metió en el maletero de su coche. También ha confesado que la llevó hasta una zona retirada, que la intentó violar y que, como no pudo, la abandonó allí con vida ese mismo día. La autopsia revela que la víctima murió de un fuerte golpe en la cabeza. Los forenses creen que habría fallecido entre el viernes y el sábado, tras dos días agonizando en un camino apartado.