El material lo vendía la madre por internet. A sus hijas les contaba que lo hacía porque necesitaban el dinero para comer. Además, si no se dejaban fotografiar las golpeaba con un palo. Así han transcurrido cuatro años hasta que una de las niñas denunció lo que estaba pasando. Celia Muñoz, portavoz de la Policía Nacional, cuenta que una de las chicas tenía que llevar el material fotográfico a algunos compradores, que le ofrecían más dinero a cambio de intercambio sexual.