Desde los atentados del 11S en 2001, se reforzaron las medidas de seguridad de la aviación comercial para acceder a los pilotos. Cada compañía decide sus protocolos, que son secretos. Por ejemplo, que haya siempre un auxiliar de vuelo en cabina, si sale uno de los pilotos. La puerta de la cabina está siempre cerrada y las comunicaciones con el resto de la tripulación son a través de un interfono. El acceso a la cabina solo se bloquea de forma voluntaria desde el interior. Los auxiliares solo pueden entrar si lo pide el comandante o en caso de emergencia, por ejemplo, si los pilotos están indispuestos o inconscientes. En el primer caso, tras la llamada de acceso, se acciona un interruptor que desbloquea el sistema de cierre, previa identificación del que llama, mediante una "mirilla". En el segundo caso, los auxiliares introducen un código de emergencia que pasados unos minutos abre la puerta. Si es que quien está dentro no la bloquea.