Nuevo salto a la valla de Melilla. Unos doscientos inmigrantes lo han vuelto a intentar. Al norte de la ciudad, una treintena de personas aguantan desde las nueve de la mañana encaramadas a la valla. Lo hacen al grito de libertad. Mientras, a un lado los gendarmes marroquíes observan la escena y, al otro, espera la Guardia Civil. Hay dos inmigrantes colgados de una farola, pero lo que más llama la atención es otra escena. La de un chico exhausto sobre la valla. Está al límite de sus fuerzas, parece que no va a poder aguantar. Pasan los minutos y aumenta la angustia hasta que un guardia civil acerca una escalera y, finalmente, consigue bajarle para trasladarle a un hospital.