Por las calles de la capital encontramos bicicletas, vehículos a motor y peatones. La convivencia resulta complicada ya que no siempre se respetan las normas de circulación. Muchos ciclistas van por las aceras, a pesar de que está prohibido, ya que tienen miedo de circular por la calzada con los coches. Los conductores se quejan de que las bicis no respetan las señales de tráfico y provocan accidentes y los ciclistas exigen una conducción menos agresiva por parte de los vehículos. Mientras, los peatones deben esquivar constantemente ciclistas. Madrid es una ciudad hostil que no está preparada para la convivencia entre coches, bicicletas y peatones.