Se ponen las gafas y su percepción cambia. Las llaman las gafas de borrachera, con ellas los futuros conductores no son capaces de hacer un sencillo circuito. Para ellos es sólo un juego, pero aprenden los peligros de coger un coche después de beber. "Una vez que hacen el circuito se dan cuenta de que es peligroso el hecho de montarse con alguien que pueda percibir así", afirma Simón Cavacas, coordinador de Educación Vial del Ayuntamiento de Narón.