A las cuatro y diez de la tarde un niño de nueve años se despeñaba en la estación de esquí de San Isidro en León, muriendo prácticamente en el acto. El pequeño natural de Vigo se disponía a pasar todo el fin de semana rodeado de nieve en compañía de su familia; todos ellos accedieron a un entorno rocoso fuera de pista, donde ocurrió la desgracia.