Nerviosos y angustiados, los habitantes de Valle Gran Rey subían casi a medianoche a los primeros barcos fletados para evacuarles. El viento había hecho que el fuego entrara en el barranco. Estaba ya muy cerca de sus casas. Salir por mar era la única forma de huir porque las carreteras interiores habían sido cortadas por la cercanía de las llamas. Sin embargo, centanares de personas prefirieron no subir a los barcos y quedarse cerca de casa.