Ante las exigencias rusas de retirar las tropas y el armamento de Europa Oriental, la Alianza Atlántica responde: más tropas y más armamento en Europa Oriental. En esta escalada, la palabra más repetida es disuasión. Desde Bruselas pretenden alcanzarla apuntando al bolsillo, con 1.200 millones de euros en ayudas a Ucrania y con la amenaza continua de graves sanciones a Moscú si se lanza a la invasión. Estados Unidos y Reino Unido aconsejan a sus nacionales y al personal no esencial de sus embajadas en Kiev que abandonen el país, no así España, que ha querido enviar, a través de su ministro de Exteriores, un mensaje de “tranquilidad” a aquellos españoles que se encuentran en Ucrania. Todo cuando las principales potencias europeas acuden a la llamada de la Casa Blanca para adoptar una estrategia común. El mensaje es agotar los cartuchos de la vía diplomática, pero sin dejar de prepararse para lo peor. Mañana el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, va a comparecer en el Congreso de los Diputados para explicar el despliegue del Ejército español.