La escena asusta. Unos viandantes circulan tranquilamente por el andén de una estacion de El Cairo y, de pronto, un tren salta por los aires y se envuelve en llamas. Una bola de fuego prende la principal estación de Egipto. Un hombre agarra un bidón y echa agua a quienes han salido, literalmente, ardiendo. Con el incendio ya extinguido su rastro es visible. Todo está carbonizado y apenas se distingue nada. El balance provisional: 25 muertos y 50 heridos.