En la cima de lo que era su casa o en el camino que les llevaba al trabajo. Todo lo que ven a su paso es destrucción, acompañada de una gran desesperación. Así están las gasolineras, llenas de bidones vacíos y largas esperas. Las tiendas no mucho mejor, la policía incluso permite los saqueos para que los supervivientes puedan seguir siéndolo.