Portugal sigue luchando sin cuartel contra el peor incendio de su historia. Las llamas continúan avanzando fuera de control, alimentadas por el calor, el viento y los bosques. Más de 2.000 bomberos trabajan en seis focos activos que amenazan varios pueblos del interior. 62 personas han muerto, la mitad de ellas en una carretera convertida en una ratonera mortal; familias enteras que intentaron escapar en coche y que se vieron acorraladas por las lenguas de fuego. 11 personas de un mismo pueblo, de Pobrais, fallecieron en el intento. La orografía complica las labores de extinción desde tierra. Las labores de identificación de los cuerpos continúan. El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, ha comparecido ante los medios de comunicación y ha reiterado que ahora lo importante es seguir luchando contra las llamas y ayudar a los familiares de los fallecidos y a los afectados por el incendio. Cree que ya habrá tiempo de hablar de las causas del fuego. De Sousa también ha informado de que el número de víctimas sigue siendo de 63.