Los nervios a flor de piel. No llegaba el momento. Algunos se adelantaban, pero había que esperar. Faltaban dos minutos para las tres y media de la madrugada cuando decenas de devotos saltaban la reja. Mientras se hacía hueco al Simpecado de la Hermandad Matriz, que llegaba a su cara a cara con la Blanca Paloma. Un cordón humano despejaba la salida pero la emoción por llegar a ella es tan fuerte que no hay quien pueda pararla. Con palmas y gritos hacía su paseo por el templo la Virgen del Rocío. Cuatro minutos ha tardado en traspasar la puerta y caer en manos de los devotos. Comenzaba así su paseo por las 119 hermandades. El tiempo que tarde está en manos de los almonteños.