El aparcamiento de una taberna de la isla griega de Quíos. Ese es el improvisado lugar en el que se acoge, de madrugada, al centenar de refugiados, familias al completo, que deciden dormir al raso, antes que en el campo de Souda, atacado durante las dos noches anteriores por grupos vinculados al partido neonazi Amanecer Dorado. Tienen miedo de que vuelvan y denuncian una situación aún más insostenible ante la pasividad de las fuerzas policiales.