El histórico anuncio llega después de que el Organismo Internacional de Energía Atómica verificase que Irán cumple las exigencias del acuerdo que firmó en julio con las seis principales potencias internacionales. Esta medida implica el fin del embargo al petróleo iraní, su principal fuente de divisas, y el acceso a decenas de miles de millones congelados en el extranjero. En definitiva, es la reintegración económica del régimen de los ayatolás. A cambio Irán se compromete a reducir su capacidad para enriquecer uranio y plutonio, combustible necesario para fabricar la bomba, y permite inspecciones más severas a toda la cadena de su programa atómico.