Nadie se explica la transformación de Hasna. Nadie entiende cómo una joven francesa de 26 años, maquillada y juerguista se transformó en la primera mujer suicida en la historia del terrorismo europeo. Sus vecinos están desconcertados. La policía registró la casa de su madre. Pero en el barrio nadie se puede creer que una chica con una infancia difícil, que consumía drogas y que no sabía recitar ni un solo verso del Corán se haya inmolado en el nombre de Alá. Sus amigos cuentan que vestía el velo desde hace poco y que nunca la tomaron en serio cuando expresó en Facebook su deseo de viajar a Siria. Tuvo su propio negocio inmobiliario y una vida por delante. Pero todo saltó por los aires cuando detonó su cinturón de explosivos.