Un jóven francés rapeando, como tantos otros. Sin embargo es Ismail Omar Mostefai, uno de los tres terroristas que perpertaron la matanza en la discoteca Bataclán. De él quedó la yema de un dedo, unas huellas dactilares y una ficha policial de delincuente común en una localidad de la periferia donde hoy sus vecinos no dan crédito y sólo recuerdan que empezó a ir a diario a la mezquita. Compañero de esa célula yihadista otro parisino, Sami Amimour, imputado por terrorismo en 2012 y sometido a vigilancia policial. Amimour eludió el cerco y la policía perdió su rastro en otoño de 2013. Su padre asegura que fue a por él a Siria el año pasado.