Cada 12 de julio, este año el 13 por calendario, miles de protestantes se reúnen para reclamar su dominio histórico sobre la región británica de Orange, un acto que la mayoría católica de Irlanda del Norte considera una provocación. Y del aire festivo a los enfrentamientos ha sido cuestión de minutos en Belfast. Ocho policías han resultado heridos al recibir impactos de botellas, piedras y todo tipo de objetos. Los policías han respondido con chorros de agua y balas de plástico. Apaciguados los ánimos, la Orden de Orange ha emitido un comunicado de condena. Un mea culpa porque esto sólo llena de razones a quienes pretenden prohibir la marcha anual por Belfast.