Tanta es la destrucción que se amontona en Nepal que las autoridades creen que los muertos por el terremoto podrían llegar a los 10.000. La lluvia ha complicado la jornada para los supervivientes en la capital, en Katmandú. El objetivo prioritario, además de rescatar cadáveres y tratar médicamente a los heridos, es intentar paliar las necesidades básicas de una población desesperada. Muchos nepalíes siguen huyendo de una Katmandú devastada, pero otros muchos siguen durmiendo a la intemperie durante la noche o en las tiendas dentro de improvisados campos de refugiados.