Con antorchas y flores, anoche, miles de personas se concentraron en Copenhague en una plaza próxima al centro cultural en el que sábado un terrorista acabó, primero, con la vida de un cineasta danés. Y, después, con la de un joven en una sinagoga. La primera ministra danesa no quiso perderse esta ceremonia, tampoco el príncipe heredero, Federico. Desde aquí lanzaron un mensaje de unidad y convivencia entre religiones.