La casualidad permitió que el pequeño y sus padres cambiaran de asiento en el avión antes del despegue. El padre buscó un lugar más espacioso para viajar con el bebé y esa decisión les salvó la vida porque justo después pasó esto. Justo antes los pilotos habían emitido una señal de auxilio porque, al parecer, se incendió uno de los motores. Los restos del bimotor de hélices ya están fuera del agua y ahora toca el durísimo trabajo de identificar a los fallecidos. La mayoría son turistas chinos que volvían a casa tras las vacaciones. Los supervivientes han recibido en el hospital al presidente taiwanés que les ha entregado indemnizaciones expréss para acompañarles en la convalencia.