Vestido con traje y corbata, este joven podría ser el presentador de este programa de televisión, si no fuera porque en su mano lleva una pistola con silenciador. Son las ocho de la tarde. Se encuentra en uno de los platós de los servicios informativos con más audiencia de Holanda y exige 10 minutos en el aire. Necesita contarle a su país un mensaje que, según él, puede cambiar el curso de la sociedad. Pero el piloto de la cámara no se enciende y empieza a ponerse nervioso.