Sin tardar, el Gobierno argentino hace frente a la tensión y confusión que invade a sus ciudadanos tras la muerte del fiscal Alberto Nisman. La presidenta, a la que el fiscal acababa de acusar de encubrir a terroristas fugitivos residentes en Irán responsables de 85 muertes, responde en las redes dando veracidad al suicidio y poniendo dudas sobre la duda. Preguntas constantes de por qué el fiscal regresó tan rápido de España, interrumpiendo sus vacaciones para denunciarla con docenas de folios que puede, dice Cristina Fernández, ni siquiera fueran suyos. Todo mientras se lloraba los muertos de Francia. Excesivamente precipitado y organizado. Oportunista.