A paso firme, detrás de sus pasamontañas y con las armas en la manos. Los hermanos Kouachi abandonan el lugar de la masacre. Uno de ellos puño al cielo elogia el ataque y grita: "Hemos vengado al profeta". Sorprende la frívola tranquilidad de los dos terroristas. Cogen la munición y recargan sus fusiles de asalto antes emprender la huída. En la misma calle a muy poca distancia una patrulla les da el alto. Sin pensárselo dos veces les acribillan a balazos dan marcha atrás y aprovechan para salir hacia la calle. El desenlace ya lo conocemos. El asesinato a sangre fría al policía tirado en el suelo, su escapada de la capital hasta el final de esta tragedia, dos días más tarde cuando la policía dio con ellos y los abatió.