Con su fallecimiento Palestina quedó huérfana de liderazgo. Yaser Arafat atrajo la mirada del mundo sobre la causa de su pueblo y convenció a los palestinos de que la unidad era el único camino hacia su liberación. Hoy se cumple una década de su muerte y la tensión con Israel está en plena ebullición. Casi 20 años tuvieron que transcurrir desde que fundó Al Fatá, entró a formar parte de Organización para la Liberación de Palestina y Naciones Unidas la reconoció como representantes legítimo del pueblo palestino. Eso ocurrió en 1974. Entonces, Arafat pronunció ante la Asamblea de la ONU una de sus frases más recordadas: "Vengo con el fusil del combatiente de la libertad en una mano y la rama de olivo en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano".