El primer ministro de Francia, Manuel Valls, ha sobrevivido a su segunda moción de confianza en cinco meses. Pero esta vez ha salvado el cargo por un margen mucho más ajustado y con su partido, el socialista, mucho más dividido, ya que son muchos en sus filas, los que no comparten los recortes de gasto público liderados por un cada vez más impopular presidente Francois Hollande.