Los docentes brasileños ya están hartos porque ven con incertidumbre su futuro laboral. Llevan 46 días de protesta, muchos acampados fuera del ayuntamiento. Rechazan un aumento salarial propuesto por el Gobierno de Dilma Rousseff, muy por debajo de lo que ellos demandan y otra de las resoluciones es limitar el sueldo de aquellos que trabajen menos de 40 horas semanales. Llevan semanas protestando y no se sienten escuchados. Los manifestantes comienzan a lanzar piedras contra la policía, contra el consistorio y el moviliario urbano acaba destrozado. Los antidisturbios dispersan a la multitud con gases lacrimógenos y balas de goma. La policía ha detenido a varios maestros y los enfrentamientos se han saldado con, al menos, 15 heridos.