Estos jóvenes están preparados para la guerra. Pero esta batalla es algo diferente y sobre todo inofensiva. Las armas son pistolas, sí, pero la munición no mata, ¡mancha!. Son proyectiles cargados con harina de colores. En Taiwán esta nueva forma de diversión es la última moda, y cómo no, también resulta un negocio de lo más rentable para algunos. Pero que las madres no se asusten. Las manchas son fáciles de eliminar y los soldados vuelven a casa sanos y salvos.