Las protestas vuelven a las calles de Río de Janeiro y la violencia vuelve a estallar. Los violentos enfrentamientos fueron el colofón de unas movilizaciones en una jornada de huelga general. De nuevo la policía utilizó sus armas para dispersar a los violentos con pelotas de gomas y el humo de los gases lacrimógenos envolvió un ambiente de tensión, con el que intentaban disuadir a los manifestantes. Contenedores de basura ardiendo, paradas de autobús destrozadas y el puesto de mando de la policía fueron los objetivos de los vándalos.