Octavio da Silva, de 20 años, arbitraba con normalidad un partido que se jugaba en el norte de Brasil. Todo cambió cuando Octavio le sacó una tarjeta roja al jugador Josemir Santos de 30 años por agredirle. Ambos se enzarzaron en una pelea hasta que Da Silva sacó un cuchillo y comenzó a apuñalar al futbolista, acabando con su vida. En ese momento, los espectadores se abalanzaron sobre él, matándolo a pedradas y descuartizándolo después. A continuación le decapitaron y clavaron su cabeza en una estaca en medio del campo de fútbol. Los familiares aseguran estar horrorizados.