Estados Unidos no sólo vigila a ciudadanos o a periodistas, también a uno de sus principales aliados: la Unión Europea. Así se desprende de los documentos confidenciales que un desaparecido Snowden sigue filtrando a la prensa. La Agencia de Seguridad Nacional tiene micrófonos y espía los ordenadores de la sede europea en Washington. Vigila directamente a representantes y altos cargos comunitarios, e incluso ha llegado a asaltar informáticamente las redes telefónícas del Consejo de la Unión Europea en Bruselas.