La protesta que comenzó hace ocho días en Estambul continúa latente en las calles de las principales ciudades turcas. La violencia extrema utilizada por los antidisturbios provocó el efecto llamada. Y los manifestantes, que aumentaron en número, dirigieron su rabia contra el gobierno del primer ministro conservador, Tayyip Erdogan. La indignación se extendió desde la ciudad del Bósforo a todo el país. En la capital, Ankara, los disturbios tampoco cesan. Mientras, varios agentes están siendo investigados y tres ya han sido suspendidos por el exceso de violencia. Les hemos visto cargar contra manifestantes, utilizar cañones de agua, gas lacrimógeno a discreción, pelotas de goma y gas pimienta. El Gobierno tuvo que reconocer el exceso policial.