Piedra a piedra, hasta levantar un gran muro de contención. El ejército egipcio refuerza así la seguridad del Palacio Presidencial donde reside Mohamed Mursi. Tras semanas de protestas en las calles, con la Plaza Tahir tomada por miles de manifestantes, el presidente ha tenido que dar marcha atrás. Y ayer canceló el decreto que le otorgaba poderes extraordinarios. Pese a restarse poder, el referéndum para aprobar la nueva constitución sigue adelante. Los islamistas afirman que solo así se completará la transición democrática, incompleta tras la caída de Hosni Mubarak hace 22 meses. Pero los opositores de Mursi no se fían. En este país, con 83 milones de personas, los islamistas son mayoría. Tras su llegada al poder los demás colectivos religiosos temen la radicalización del régimen. Y temen que se excluyan sus voces o restrinjan las libertades sociales de una Constitución a la que todavía le queda un largo camino.