La tragedia del estadio en Port Said, ha vuelto a despertar los ánimos de la población, y ha llevado de nuevo la violencia y los enfrentamientos a las calles del Cairo. La Policía, inexistente durante la refriega que le costó la vida a 74 personas, ayer sí que actuó, con dureza, contra los manifestantes. Hay cerca de 900 personas heridas. Y es que a pesar de que el Gobierno aceptó la dimisión del gobernador de Port Said y de toda la junta directiva de la Asociación de Fútbol Egipcia, a pesar de la sesión de urgencia en el Parlamento, las excusas de la junta militar son rocambolescas. El Gobierno culpa de la matanza a un misterioso complot para desestabilizar el país, un argumento propio del régimen anterior, que muchos ya no se creen.