Medio siglo llevan los romanos celebrando el año nuevo sumergiéndose en las aguas del Tíber. Se lanzan desde lo alto de los puentes, mientras gran número de curiosos los observan. Una vez en el agua son recogidos por un servicio de asistencia. Junto a los que se tiran a bomba en calzoncillos están los que hacen saltos espectaculares.