Una llama en recuerdo de cada una de las víctimas del tsunami. En Shoma, a 40 kilómetros de Fukushima el fantasma de la radiación está presente en unos habitantes que anoche con este acto querían poner punto y final al duelo. En un colegio situado a 25 kilómetros de la planta, los niños juegan ajenos a conmemoraciones y catástrofes mientras los profesores miden los niveles de radiación.

En Ishinomaki, un puerto pesquero ahora devastado, los supervivientes han ahuyentado el miedo redactando su experiencia. Todas esas peticiones se han transformados en un inmenso arcoíris que pretende expresar que, a pesar de la calamidad, la vida sigue.

Más institucional ha sido la visita del primer ministro a la zona. Yoshihiko Noda ha agradecido a sus compatriotas el esfuerzo realizado en estos seis meses. Los homenajes se suceden por todo el país y tanto en los actos oficiales como en los espontáneos, Japón demuest