En un coche fúnebre dorado y con su fotografía presente en una de las ventanillas. Así, escoltados por la policía de Nueva Jersey, se han trasladado los restos mortales de Whitney Houston hasta la iglesia baptista de Nueva Esperanza. Hasta el templo que la vio crecer, que la escuchó cantar antes que nadie en un coro como el que le ha rendido tributo vestido de blanco en su despedida para siempre.