Alexis Tsipras ha capitulado ante Angela Merkel. La canciller sale victoriosa de un duelo que el primer ministro griego empezó a perder cuando convocó el referéndum. Toda una afrenta que Europa, liderada por la mano dura de Alemania, no le ha perdonado. Y se lo ha cobrado bien. Las condiciones que le imponen a Grecia los acreedores son durísimas. Además de la ya conocida reforma de las pensiones y subida del IVA, le obligan a congelar los sueldos a los pensionistas, endurecer la reforma laboral, privatizar la red eléctrica y crear un fondo de 50 mil millones de euros con activos públicos que se irán vendiendo para reducir la deuda.