Miles de personas despiden a su héroe, a la leyenda de los mil rostros, en el mismo barrio en el que nació al sur de Londres, en Brixton. Y desde el emblemático cine Ritzy rinden tributo a su “chico de Brixton”, a ese rebelde, a ese hedonista del rock que nos dio un paseo por las estrellas. Pero hoy en la tierra nada de lágrimas. A este grande se le despide cerveza en mano y bailando sus himnos. Las calles por las que paseaba se convierten en altares.