Pero Charlize lleva ya demasiados años en la industria de los sueños para aspirar sólo a convertirse en icono de la moda y de las revistas de belleza. Esa época la sustituyó por ya tres lustros de brillante carrera en la que ha pasado de la más guapa (como en Las Normas de la casa de la sidra) a casi la más fea y, ademas, se ha llevado un Oscar por ello (fue en Monster).