Pedro es un fanático del fútbol. Sin distinción de club, camiseta, bandera ni nacionalidad, Pedro es capaz de ver partidos durante las veinticuatro horas del día. Está casado con Verónica desde hace veinte años, con quien tiene dos hijas adolescentes. Desde su infancia, la pasión futbolística convivió más o menos en armonía con los demás aspectos de su vida. Pero, casi sin darse cuenta, su obsesión ha ido minando todos los espacios y la mayoría de sus afectos, y un buen día, se encuentra separado de su mujer, lejos de sus hijas y despedido del trabajo. En la soledad de su caída, Pedro acaba dándose cuenta de su adicción al fútbol y decide pedir ayuda. Pero tal vez sea demasiado tarde.