Ines trabaja en una importante empresa alemana con sede en Bucarest. Tiene una vida perfectamente ordenada hasta que Winfried, su padre, llega de improviso y le pregunta si es feliz. Incapaz de contestarle, su existencia se ve conmocionada por la presencia de ese padre del que se avergüenza un poco, pero que le va a ayudar a dar un nuevo sentido a su vida gracias a un personaje imaginario: el divertido Toni Erdmann.