A finales del siglo XIX, España entró en guerra con Estados Unidos y sufrió la derrota que supuso la pérdida de las últimas colonias. Ya no podría volver a repetirse la frase que decía que en España nunca se pone el sol. En una aldea filipina, donde había un movimiento de insurrección, los mandos españoles no creyeron que la guerra hubiera terminado y la siguieron durante un año más. No era una cuestión heroica sino simplemente de cerrazón mental.