David, un joven que padecía una extraña variante de la esquizofrenia, aparece muerto en su bañera de forma terrible. Su psiquiatra, el doctor Friedhoff, consciente de sus escasos progresos, había decidido someterle a una novedosa e inusual terapia consistente en grabarse a sí mismo en vídeo a lo largo de una semana. Pero las imágenes de David no muestran su día a día, sino que son una búsqueda frenética para demostrar que lo que le sucedía era real.