Sherezade duda de su capacidad para contar suficientes historias con el fin de complacer al Rey, pues lo que ahora debe contar pesa tres mil toneladas. Decide escaparse del palacio y recorrer el reino en busca de placeres y embeleso. Su padre, el Gran Visir, se reúne con ella en la noria y Sherezade reemprende la narración. Al ver que despunta el alba, Sherezade se calla.